Supervivientes de la violencia machista
Desde el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao, me propusieron hacer un Mural para poner en valor a las mujeres supervivientes que han sufrido y sufren violencia machista, que reflejara la denuncia en el espacio público, visible a la ciudadanía.
Para ello conté con la ayuda y colaboración de las mujeres de la Asociación Bizitu Elkartea, mantuvimos varias reuniones.
El objetivo era que a partir de sus relatos y experiencias entre todas decidiéramos la idea de qué es lo que se quería contar en el mural.
Fueron unas reuniones que viví con mucha intensidad, muy enriquecedoras, se abrieron a mí, contaron relatos muy duros en primera persona.
Sus testimonios me ayudaron a comprender y profundizar en el largo proceso que pasan estas mujeres supervivientes de la violencia brutal para llegar a la recuperación.
Decidimos que el mural estuviera representado por mujeres y que contara este proceso.
El mural se centra en las mujeres con un denominador común que es el cuerpo
Me parecía importante que las figuras estuvieran desnudas porque en las reuniones se hablaba mucho del cuerpo y las enfermedades que genera el sufrimiento, tardan años en recuperarse si llegan a hacerlo y al cuerpo es al último que escuchamos cuando estamos mal
Está dividido en diferentes fases:
Desde las violencias más sutiles, a las violencias más brutales, el pozo que es tocar fondo, te vas alguien te da la mano, te conviertes en un ser con tu propia luz, empieza el proceso, el acompañamiento con las mentoras
Relata el dolor, la angustia, el sufrimiento, el miedo, la soledad y el proceso que pasan las mujeres supervivientes de la violencia machista hasta que se crea la red de apoyo con otras mujeres, juntas, ayudándose, empoderándose, creando colectivamente.
Mujeres diversas con colores formas y posturas que conjuntamente crean el relato y que a la vez podría ser la misma mujer pasando por todo el proceso.
Ancestros como simbología que representan los diferentes patrones del patriarcado, acompañan al mural están tan inculcados que es difícil desprenderse de ellos.
He tenido que tener en cuenta el lugar donde iba a estar y la gran exposición que supone que esté en un sitio tan privilegiado y transitado de la ciudad.
Que se tenía que ver de lejos desde el otro lado de la ría y también de cerca en el paseo.
La pared de piedra que es un material noble que funciona por sí misma y era un riesgo transformarla.
La cuadrícula que forma la superposición de piedras dejando huecos vacíos que creo que le suma al dibujo se adaptan bien con las formas geométricas y duras del mural.
Qué impactara, que a la vez fuera amable, porque también va a convivir con los vecinos/as y transeúntes del lugar.
Y la forma del muro que va de pequeño a grande, nos guía en el proceso y ha permitido pintar mujeres tan grandes como las del relato.
Para la ejecución he contado con un equipo de personas que tengo la suerte que son amigos de profesión y también en lo personal que han dado lo mejor de ellos.
Hemos estado unos 10 días pintando Bada, Bea, Eder y yo, Ainhoa ha documentado el proceso con fotografías
Hemos vivido una experiencia única, en este paraje de la ciudad, trabajando muy a gusto con un montón de personas que se han acercado a vernos saludar e interactuar con nosotras.
“La pared es muy grande, pero el relato se queda corto” ojalá, más paredes para poder profundizar en lo que concierne a las mujeres y las violencias machistas.